jueves, 12 de abril de 2018

Un elefante que se llama Fondo de Cultura Económica


Felipe Ponce es Licenciado en Letras por la Universidad de Guadalajara. Becario del IV Curso de Formación de Editores Iberoamericanos, auspiciado por la Universidad Complutense de Madrid y la Sociedad Iberoamericana de Amigos del Libro y la Edición (2004), es el director fundador de Ediciones Arlequín (1994) y editor de la Editorial Página Seis (2009). El siguiente texto fue publicado por El Diario NTR, en su edición del 9 de abril de este año. La referencia que hace a un artículo del Administrador de este blog está en la entrada “Sobre algunas políticas del F.C.E. de México”, correspondiente al 28 de febrero de 2018.

La silla es mía y no puedo sentarme

Solemos estar satisfechos con aquellas entidades que en apariencia hacen su trabajo bien y que además gozan de prestigio y reconocimiento. Nos acostumbramos a ellas, poco les cuestionamos o regateamos. Pasan los años y siguen allí, sus formas no cambian nada y esas instituciones (¡cómo se ha vuelto peyorativa esa palabra!) continúan con procesos inamovibles, formatos inaccesibles, métodos infalibles… Y todo es costumbre: una anomalía en el paisaje, porque es lo que hay.

Hace poco leí un texto de Jorge Fondebrider que me abrió los ojos acerca de un elefante blanco que tiene librerías. Es de mucha reputación y vive en casa. El elefante no tiene un dueño, es de todos, pero está amaestrado para jugar sólo con sus propios juguetes y con los de los vecinos ricos, que imponen a gran precio. Y los editores mexicanos en pequeño, que también tienen juguetes y que además son en parte dueños del elefante, están excluidos, y cuando se les da un pequeño permiso para mostrar sus juguetes es por poco tiempo y a regañadientes. El elefante caprichoso se llama Fondo de Cultura Económica (FCE).

¡Qué batalla para que los libros de las editoriales independientes estén en sus librerías! En Guadalajara es necesario organizar una presentación que obliga a generar un pedido y poder así vender al momento. De otro modo, los encargados siempre están en inventario o haciendo devoluciones y no pueden atender previas solicitudes.... Los libros que una vez entraron podrían permanecer meses sin encontrar su sitio o quedarse en almacén, y se acabó. En contraste, trasnacionales como Penguin Random House y Planeta son omnipresentes, con mesas y en novedades.

Las estanterías nos muestran con claridad la situación desventajosa donde dominan las reservaciones y los guetos. El primer orden es la reservación del propio FCE, que a mi parecer debería estar exhibido donde corresponda según sus temáticas, con los demás libros de todas las editoriales. El segundo orden es el de los guetos de las trasnacionales, que en parcelas de sus propios sellos editoriales ocupan mesas de tiempo indefinido. Y los editores nacionales independientes, con más de cien sellos y miles de títulos, no están allí ni en su mínima representación.

Para el FCE el emprendedor nacional vale menos que cualquier subproducto trasnacional.

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