jueves, 15 de marzo de 2018

Sobre trampas y tramposos del mundo editorial


Hay todo tipo de traducciones: excelentes, muy buenas, buenas, regulares y malas. Trátese de cualesquiera de estas categorías, toda traducción pueden ser mejorada y ése es su destino inexorable.

Más allá de las pavadas, como cambiar un título bueno por otro peor (cfr. lo que pasó con The Turn of the Screw, de Henry James, por muchos años, Otra vuelta de tuerca, gracias a José Bianco, y La vuelta del torno, como decide la trilogía compuesta por Alejandra Devoto, Jackie DeMartino y Carlos Manzano), es lógico que, transcurrido un cierto tiempo, ciertas palabras hayan perdido peso específico y nos inclinemos por otras que lo ganaron, o que el estado de las investigaciones (genéticas o del tipo que sean) hayan permitido una nueva perspectiva sobre un libro clásico.

Todo esto, claro, poco tiene que ver los con criterios estrictamente comerciales con que se rige el mercado editorial. Pero, en más de una oportunidad nos topamos con traducciones que todavía no han encontrado un mejor traductor (cfr. la de Bajo el volcán, del mexicano Raúl Ortiz; la de Lolita, del argentino Enrique Pezzoni, etc.) y por eso han vuelto a ser publicadas en diversos sellos a través del tiempo.

Sin embargo, en otras oportunidades, sucede que los responsables de una editorial, con criterio de almacenero, cortan el hilo por lo más sano y deciden despacharnos una traducción repetida hasta el hartazgo, sólo para no pagar otra.

En el caso de los clásicos, esta práctica está a la orden del día. Y sin llegar a los extremos absolutamente despreciables en los que incurre una editorial como la madrileña Edimar Libros (ver entrada del 16 de febrero pasado, en este mismo blog), nos encontramos con casos como los de Luis Bello y Consuelo Berges, ambos traductores de los Tres cuentos, de Gustave Flaubert.

En el caso del primero, su traducción fue publicada por Calpe, de Madrid, ¡en 1919! Consultado el ISBN español, se registran nuevas ediciones de esa traducción en Espasa Calpe, Madrid, 1922; Austral, Buenos Aires, 1959; Espasa Libros, Barcelona 1999, 2000 y 2003, Planeta DeAgostini, Barcelona 2003. Seguramente haya más, pero éstas son las que pudieron ser detectadas luego de una mínima investigación.

En el caso de Consuelo Berges, su traducción fue publicada en 1971, por Seix Barral, Barcelona, en 1980 y 1981 por Bruguera, Barcelona, en 1998 por Plaza & Janés, Barcelona y en 2010 por Nórdica, Madrid.  

¿Saben los derechohabientes de uno y otra sobre este estado de las cosas? ¿Tan bueno fue el trabajo de ambos que pasadas varias décadas desde la publicación de ambas versiones las editoriales mencionadas no apelaron a los servicios de otro traductor? ¿Alguien previno a los lectores de que estas traducciones no son nuevas? ¿Se encargó la prensa cultural de dar cuenta de este fenómeno?

Se trata de preguntas que, invocando al bardo de Duluth, podrían contestarse diciendo the answer my friend is blowing in the wind / the answer is blowing in the wind.

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