miércoles, 8 de febrero de 2017

Una nueva traducción de un libro de Perec ya traducido y muchas dudas que despejar



 Yolanda Morató y Mercedes Cebrián son dos muy activas traductoras españolas que, en su momento, fueron invitadas por el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires a participar de unas jornadas por los treinta años de la muerte de Georges Perec, autor a quienes ambas habían traducido. 

 Una nueva traducción de Cebrián recientemente publicada en España con bombos y platillos, de una obra que Morató ya tradujo hace once años, llevó al Administrador de este blog, también  traductor de Perec, a realizar un ejercicio de comparación, con la consiguiente sorpresa.





Un ejercicio de memoria algo desmemoriado

Hace unos años, casi por casualidad, conocí a Yolanda Morató, investigadora y profesora universitaria, traductora y poeta. Digo “conocí”, cuando en realidad debería decir me enteré de su existencia a través de Internet. Fue, precisamente, porque descubrí su muy cuidada edición de Me acuerdo, de Georges Perec, en su momento publicada por la editorial Berenice.

Sinceramente ya no sé cómo, pero conseguí su mail y tuvimos un breve intercambio que, en 2012, cuando se cumplían tres décadas de la muerte de Perec, se hizo más intenso. El Club de Traductores Literarios de Buenos Aires había decidido conmemorar esa fecha y, para ello, unió fuerzas con Magdalena Cámpora, titular de la cátedra de Literatura Francesa en la U.C.A., con quien fuimos a ver al Consejero Cultural de la Embajada de Francia en la Argentina. Éste, con simpatía típicamente francesa, muy amablemente nos dijo que no tenía plata para hacer nada. El dinero vino de la mano Hernán Lombardi, Ministro de Cultura de la Ciudad en esos años, y de Ricardo Ramón Jarne, por entonces director del Centro Cultural de España en Buenos Aires y acaso el último que hizo algo para que esa institución, hoy venida a menos, no pasara al olvido en que se encuentra.

La “Celebración de Perec” se realizó en septiembre de 2012 (puede leerse aquí: http://clubdetraductoresliterariosdebaires.blogspot.com.es/2012/09/celebracion-de-perec-dia-1.html). Para la occasion, con Magdalena Cámpora, decidimos invitar al inglés David Bellos, titular de la cátedra de Literatura Francesa de la Universidad de Princeton, además de traductor al inglés y biógrafo de Perec y a Yolanda Morató, por su traducción de Me acuerdo (2006) para la ya mencionada Berencie. A Mercedes Cebrián nos la ofreció el CCEBA, que de todos modos la traía para que participara como autora en el Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires. Nos pareció bien porque, para entonces, ella ya había traducido Lo infraordinario (2008), Un hombre que duerme (2009) y La cámara oscura (2010), todas obras de Perec publicadas por la editorial Impedimenta. Fuera de las charlas y mesas redondas, nos permitimos un gran lujo: tener a la extraordinaria actriz Marilú Marini, leyendo varios textos de Perec, a quien ella había conocido y tratado en París varios años antes de la muerte del escritor. A esto se sumó una lectura de “No recuerdo”, una pieza de Esteban Feune de Colombi, dirigida por el catalán Marc Caellas. Digamos que todos estos datos constituyen la prehistoria de lo que sigue.

Hace unos días, buscando algo en el sitio web de Impedimenta, descubro que hay una nueva traducción española de Me acuerdo, de Georges Perec. Lo primero que pensé es que debía tratarse de una reedición de la version realizada por Yolanda Morató, pero no: se trata de otra, que esta vez tradujo Mercedes Cebrián. El dato me llamó la atención, justamente porque Yolanda Morató también trabajó para Impedimenta para la que tradujo Estallidos y bombardeos de Wyndham Lewis. Y puestos a ofrecer datos, recordemos que esas memorias de Lewis recibieron el premio anual de traducción AEDEAN, la asociación de filólogos ingleses y norteamericanos (circunstancia que, en su momento, recordamos aquí hace ya algunos años: http://clubdetraductoresliterariosdebaires.blogspot.com.es/2010/07/hablando-de-roma-aparecio-wyndham-lewis.html), lo cual, seguramente, habrá prestigiado a la editorial. Por eso, y porque la traducción de Me acuerdo de Morató parece muy difícil de superar, me interesé en el caso y aprovechando las vacaciones de un amigo en España, le hice el encargo de que me trajera la traducción de Cebrián para ver en qué difería de la de Morató. 

Ya con los dos libros en mano, más el original francés, me puse a curiosear sobre lo que había adentro de la nueva edición de Impedimenta. La respuesta no puede ser más sorprendente: adentro hay mucho de lo que ya hubo en las tres reimpresiones anteriores de la obra traducida por Morató para Berenice.

En la página de créditos, en un gesto que la honra, la traductora expresa que “quiere agradecer a Daniel Samoilovich su ayuda en la traducción de esta obra”. Pero no hay ningún reconocimiento para la traductora anterior, lo cual sorprende dado el parecido entre ambas ediciones. Ignorar la existencia de esa primera traducción al castellano, tratándose de dos traductoras contemporáneas, que de hecho se conocieron personalmente y estuvieron al tanto de lo que una y otra habían traducido de Perec, arroja una serie de dudas sobre la actitud de Cebrián. Esas dudas, rápidamente se van a disipar con la comparación de una y otra edición. Y a las pruebas me remito. Así,  leemos: 

11. Me acuerdo del Ciudadano del Mundo Garry Davis. Escribía a máquina en la plaza del Trocadéro. (Morató)

11. Me acuerdo del Ciudadano del Mundo Garry Davis. Escribía a máquina en la place du Trocadéro. (Cebrián)

 27. Me acuerdo de cuando conseguí, en el Parque de los Príncipes, un autógrafo de Louison Bobet. (Morató)

27. Me acuerdo de haber conseguido, en el Parc des Princes, un autógrafo de Louison Bobet. (Cebrián)

34. Me acuerdo de la cinemateca de la avenida de Messine. (Morató)

34. Me acuerdo de la filmoteca de la avenida de Messine. (Cebrián)

Hay, sin duda, sustituciones sin importancia, como “cinemateca” por “filmoteca”. Lo que salta a la vista es el criterio de la traducción de Cebrián. En algunos casos dejará en francés lugares conocidos como el parque de los Príncipes y la plaza del Trocadéro, pero traducirá avenidas o referencias culturales como “ciudadano del mundo”, sin que por ello medie una nota. A veces resulta también divertido leer la constante necesidad de cambiar alguna cosa. Por ejemplo, si Morató dice “película”, Cebrián dirá “largometraje”; si Morató dice “forrado”, Cebrián dirá “con forro”; si Morató dice “después de la guerra”, Cebrián dirá “tras la guerra”; si Morató dice “por supuesto”, Cebrián dirá “claro”. Cuando no son calcos, nos encontramos con un magnífico ejercicio de sinonimia en el que se mantiene el giro y solo cambia la palabra. 

Cebrián podría argüir –y sin duda lo hará– que, dada la naturaleza del libro, en el 80 por ciento de “me acuerdos” no cabía otra posibilidad que repetir la traducción de Morató. En ese caso estaría compartiendo la responsabilidad del desaguisado con el editor, porque a sabiendas de que había una muy buena traducción ya hecha y a sabiendas de que no se podía hacer otra cosa que repetirla por la naturaleza misma del libro, traductora y editor han preferido hacer como si esa traducción anterior no existiera. La excusa podría ser que Cebrián ya tradujo otros Perec para Impedimenta. También, que por su condición de autora de poesía y ficción a los ojos del público que lee El País, de Madrid, tal vez se vea más sexy que una investigadora de primer orden, pero investigadora al fin. Sin embargo, por tratarse de un libro de recuerdos, parece imperdonable que la traductora no se haya acordado de ella y más aún, que el editor no se haya percatado que Morató también era traductora de Impedimenta. En síntesis, que no se acordaran de Morató ni en los créditos es un grosería inexcusable.

En cuanto a las notas (que  en la edición de Impedimenta son una tortura porque están descabalgadas), es llamativo que el libro admita 480, pero Cebrián incluya únicamente 45. Morató enumera 63 y, cosas de la vida, pueden leerse en su mayor parte en la edición de Cebrián. Vayamos de nuevo con un ejemplo:

433. La familia Duraton (1936) era un programa de Jean-Jacques Vital en Radio-Cité, y también una película de Christian Stengel, de 1939. (Morató)

40. Título de un programa de radio de la emisora Radio-Cité, así como de un largometraje dirigido por Christian Stengel en 1939. (Cebrián)

Nótese la repetición de los datos de las notas. No hay ni siquiera un intento por parafrasear con otra estructura o presenter alguna otra información, que la hay. Cebrián se limita a cambiar “y también una película de” por “así como de un largometraje dirigido por”. Pero hay más. En su poco interés por disimular, llega a introducir elementos personales aportados por Morató en su edición, donde ésta sí cita a Brasseur como base de consulta para sus notas. Por ejemplo, si Morató se acuerda de una canción de Gainsbourg (nota 429), Cebrián también se acuerda. En la era Google, una búsqueda “marabout” “perec” “je me souviens” no arroja ningún resultado sobre Gainsbourg más que si se consulta la edición de Morató. Tampoco aparece en la mítica edición de Brasseur. Pero nota tras nota (y salvo alguna excepción), es una colección de frases que repiten información en el mismo orden y, en muchos casos (más de los que cabría esperarse), con el mismo tipo de frase.

Parece harto probable que lo que Cebrián ha hecho es una corrección de pruebas de la versión de 2006. A veces son acertadas, como en:

 70. Me acuerdo de las secciones en revistas infantiles «¿Verdadero o falso?», «¿Sabías que…?», «Increíble pero cierto». (Morató)

 70. Me acuerdo de las secciones «¿Verdadero o falso?», «¿Sabías que…?», «Increíble pero cierto» de las revistas para niños. (Cebrián)

 En este caso, se aprecia una mejora de la traducción gracias a su naturalidad. Pero también hay otros casos en los que se notan las fallas a simple vista, como en:

 74. Me acuerdo del muñeco de madera de las galerías Barbès. (Morató)

 74. Me acuerdo del señor de madera de las galerías Barbès. (Cebrián)

Aquí, Cebrián vuelve a jugar con la traducción de los topónimos (tanto en francés como en castellano, sin que se sepa muy bien la razón). Resulta entonces obvio que Cebrián no ha visto el muñeco cubista, que es de todo menos un “señor”, como se aprecia incluso en un vídeo de Youtube.

Insisto: uno podría remitirse a la particular naturaleza del libro de Perec para llegar al extremo de justificar tanta curiosa repetición. Resultan un poco menos claras las razones por las cuales el editor de Impedimenta decide emplear el título del prólogo de la traducción de Morató para Berenice –“Viaje a la memoria colectiva de un país”– como forma de publicidad en la contratapa de la edición de Impedimenta. Por las notas de prensa, uno adivina que le sirve a la editorial para gritar a los cuatro vientos todo lo nuevo que tiene este libro anteriormente publicado en otra editorial. Por supuesto, ni una sola mención a la autora de ese prólogo que, oh sorpresa, es también la autora de esa primera traducción al castellano, la cual le valió el premio La Tormenta en un Vaso en 2007.

Concluyo con una anécdota: en esa prehistoria con la que empecé este comentario, publiqué en este blog una entrada que se llamaba “Georges Perec traducido y discutido” http://clubdetraductoresliterariosdebaires.blogspot.com.es/2010/07/georges-perec-traducido-y-discutido.html). Allí recogía el intercambio entre el crítico Antonio Jiménez Morato y la traductora. Jiménez Morato señalaba que las traducciones de Yolanda Morató tenían un carácter menos sugestivo que las versiones que él empleaba. Por ejemplo, su versión del “Me acuerdo” número 22: Me acuerdo de que un día mi primo Henry visitó una fábrica de cigarrillos, y trajo un cigarrillo largo como cinco cigarrillos le parecía a su autor “más natural, menos alambicada” que la de Morató: Me acuerdo de que un día mi primo Henry visitó una fábrica de tabaco y se trajo un cigarrillo del tamaño de cinco unidos.

Seguramente fuera por lo de introducir la expresión “cinco unidos”, que no aparece en el original pero que, de nuevo, reproduce Cebrián: “tan largo como cinco unidos”. Hay muchas alternativas para traducir la expresión francesa, como “uno detrás de otro”, “en línea”, “en fila”, etc., por lo que eso de “cinco unidos” resulta más que sospechoso. 

Donde no cabe ya sospecha alguna es en la reproducción de la nota del “Me acuerdo” número 28. Es vox populi en las redes sociales donde, por cierto, Morató ha ofrecido aportar ejemplos, sin que ni editor ni traductora se hayan dignado a tomarle el guante. Cebrián explica en sus notas el significado de la expresión “pétalos de rosa”, que no ha utilizado en ningún momento en su traducción. Es una huella, como la de esos dinosaurios de los que sólo queda una pezuña, pero que imprime para siempre un “me acuerdo de que Mercedes Cebrián se olvidó los pétalos de rosa del Me acuerdo de 2006”.

Jorge Fondebrider 

PD: A modo de complemento, recomiendo la lectura del siguiente comentario del escritor español  Fran G. Matute, publicado en Estado Crítico: http://www.criticoestado.es/me-acuerdo-de-el-rincon-del-vago/


3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  2. Este blog está abierto a que todo el mundo que quiera manifestarse lo haga, pero con nombre y apellido. La valentía de los "ya era hora" y "el culpable es tal" no es valentía si no va acompanada de las senas de alguien que pueda hacerse cargo de sus dichos.
    Por la redacción se entiende que quien envío el comentario que precede es alguien de Espana. Le recordamos que antes de Franco estuvo el Cid, que aparentemente sí era valiente.
    Si no hay firma, este comentario será borrado en 48 hs.

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  3. Pasadas las 48 hs. de rigor, y sin que el anónimo firmante del comentario realizado el 8 de febrero pasado haya dado la cara, su participación en este blog ha sido eliminada.

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