domingo, 17 de abril de 2016

Interrumpimos la pausa dominical para contarles...

El repudio al Memorándum de Entendimiento con el cual la UBA se integra al convenio firmado entre el Instituto Cervantes, la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad de Salamanca, a propósito del Servicio Internacional de Evaluación de la Lengua Española (SIELE) está recibiendo adhesiones muy importantes de escritores, traductores, correctores, lingüistas, filólogos y docentes. Acaso por ello tanto los diarios La Nación como Clarín, de Buenos Aires, han publicado sendos artículos.

El artículo de La Nación, publicado sin firma el sábado 16 de abril, remonta la historia de nuestros desacuerdos a Jorge Luis Borges y el Dr. Américo Castro:

La "propiedad" del castellano, en discusión
Firmas contra la hegemonía de España como árbitro de nuestra lengua

La discusión entre el castellano de España y el de los demás países de habla hispana es antigua y tuvo unos de sus puntos más altos en el ensayo de Jorge Luis Borges "Las alarmas del doctor Américo Castro".

Castro reivindicaba la superioridad del castellano peninsular sobre el rioplatense. Borges le responde con una reivindicación de independencia: "He viajado por Cataluña, por Alicante, por Andalucía, por Castilla; he vivido un par de años en Valldemosa y uno en Madrid; tengo gratísimos recuerdos de esos lugares; no he observado jamás que los españoles hablaran mejor que nosotros. (Hablan en voz más alta, eso sí, con el aplomo de quienes ignoran la duda)".

Esa discusión tiene ahora un nuevo capítulo, también en el Río de la Plata.

El punto de partida fue la decisión de la Universidad de Buenos Aires de adherir al Servicio Internacional de Evaluación de la Lengua Española (Siele). Esto sucedió en el contexto del VII Congreso Internacional de la Lengua Española, que se realizó en San Juan de Puerto Rico entre el 15 y el 18 de marzo pasados.

El Club de Traductores Literarios de Buenos Aires, que dirige el poeta Jorge Fondebrider, reaccionó enseguida con una solicitada destinada a juntar firmas como una forma de protesta que empezó a circular ayer entre escritores, traductores y periodistas.
El texto de adhesión declara lo siguiente: "Los abajo firmantes, escritores, intelectuales y artistas del universo de la lengua castellana, queremos manifestar nuestro absoluto repudio al Memorándum de Entendimiento entre el Instituto Cervantes, la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad de Salamanca, que pretende otorgarle al Servicio Internacional de Evaluación de la Lengua Española valor universal y hegemónico. Consideramos que se trata de una grave intromisión en la independencia lingüística de Latinoamérica, así como de un perjuicio a los intereses políticos y comerciales de la región".

Toda la información y los pormenores del caso, aparte de la opción por firmar la solicitada, pueden seguirse en el sitio del Club:

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 El artículo de Clarín, con firma de Mauro Libertella, fue publicado el viernes 15 de abril pasado. Presenta el problema y recoge los dichos del Administrador de este blog, de Leonor Acuña y del veterinario Gabriel Capitelli. Se aclara que los subrayados son del periodista.

Controversia: ¿de quién es la lengua castellana?


La cuestión es quién dice, con peso legal, que una persona sabe hablar castellano y que sabe hablarlo lo suficientemente bien como para entrar a una Universidad, por ejemplo. Si eso se decide en América o en España. Porque quien pueda certificar este saber manejará también programas de estudio, bibliografía, dinero y poder.

En estos días un grupo de intelectuales, escritores, graduados de Letras y referentes del mapa cultural argentino –entre ellos José Luis Moure, director de la Academia de Letras– levantaron una voz de alerta por un acuerdo firmado entre la UBA y el Instituto Cervantes de España –junto con la Universidad de Salamanca y la Universidad Nacional Autónoma de México–, para homologar una nueva certificación del español como lengua extranjera, el SIELE.  ¿De qué se trata? En 2001, la Argentina creó el CELU, un certificado que examina la habilidad en el uso del castellano, como lo hace el First Certificate en inglés. Argentina era el único país fuera de España que tenía un sistema así. Ahora, el SIELE pretende instalarse como el sistema internacional de la lengua española por excelencia. Quienes lo rechazan dicen que acá hay una pelea por la propiedad de la lengua. España quedaría como el evaluador privilegiado.

Jorge Fondebrider, creador del Club de Traductores Literario de Buenos Aires dice que “el acuerdo deja a los españoles y al Instituto Cervantes en hegemonía absoluta para juzgar lo que es el correcto castellano. Esto significa seguir la norma española y fortificar la marca ‘España’, que es algo que los españoles quieren, porque hay un mercado gigantesco en términos de venta de sistemas de aprendizaje, venta de diccionarios, etc.”. 

Leonor Acuña, investigadora y docente que participó en la creación del CELU, dice que ese sistema se toma en 11 países y “es un certificado argentino que dialoga regionalmente. Fue muy de avanzada cuando empezamos. Hay que tener en cuenta que las cuestiones lingüísticas son muy sensibles, porque involucran la identidad de las personas. A mí me interesa cuestionar quién es el dueño de la lengua. Me parece bueno el debate sobre la lengua, no es útil dramatizar tanto algunas decisiones”. 

Desde la UBA, Gabriel Capitelli, Secretario de Relaciones Internacionales, sostiene que el SIELE “tiene un perfil panhispánico” porque “contempla las diferentes variantes del español en los distintos países y regiones”. La UBA, dice, “se integra a este grupo de trabajo defendiendo su posición académica a través de los profesores de lengua de la Universidad”.

Según Capitelli, el CELU continúa y su actividad no interfiere con la del SIELE “que tiene una proyección internacional de las universidades de habla española mas grandes y prestigiosas del mundo”. Capitelli cree que el SIELE suma: “No sólo no dificulta, sino que incrementa la posibilidad de integrar investigaciones y nuevos conocimientos sin dejar de hacer nada de lo que se está haciendo; por el contrario, potenciándolo”.

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