jueves, 17 de septiembre de 2015

El nuevo Proyecto de Ley de Derechos de los Traductores y Fomento de la Traducción ya está en el Congreso

A continuación, haciendo uso de la facultad por este blog concedida, Andrés Ehrenhaus habla al país.



¡Ave fénix, los traductores te saludan!

Compañeros de profesión: hace casi exactamente dos años anunciábamos en el Club y en este mismo blog (ver aquí, y acá) la estimulante noticia de que el proyecto de Ley de Protección de la Traducción y los Traductores había echado a rodar en las arenas legislativas. Ese proyecto de ley, presentado por la Comisión de Cultura del Congreso, vivió las vicisitudes de su vida parlamentaria sin lograr la media sanción requerida para prolongarla y, por consiguiente, perdió su estado y la posibilidad de ser discutido y aprobado por las Cámaras, pero no su potencialidad. Tal es así que pocos meses después de este duro revés para las aspiraciones laborales y legales de los traductores conseguimos sacar fuerzas de flaqueza y elaborar un proyecto nuevo, que no se diferencia en esencia del anterior pero que ha ganado en precisión, efectividad y agilidad gracias a la experiencia recogida durante ese año y medio largo de difusión y a los aportes de todos los sectores profesionales, académicos, estudiantiles, editoriales, jurídicos y políticos en los que fue expuesto y tratado con detenimiento e interés, tanto en nuestro país como en el extranjero.

Haciendo bueno el tópico, este proyecto salió fortalecido de los avatares sufridos por el anterior. No sólo ganamos en experiencia sino también en fundamentos y en asesoramiento político y jurídico. Creemos que la herramienta legal que reclamamos los traductores para poder ejercer nuestra profesión con dignidad y solvencia está un poco más cerca de ser efectiva. Su texto puede consultarse en el sitio web de la H. Cámara de Diputados de la Nación (ver  este link), y los avatares y vicisitudes del anterior proyecto en el histórico elaborado en nuestro blog (en este otro). Sin embargo, para quienes impulsamos la idea y la iniciativa desde el principio, la lucha sigue siendo la misma. Apenas diremos que se ha abierto una nueva etapa de algo que ya estaba en marcha antes incluso de que el proyecto anterior tuviera forma concreta. Es fundamental recalcar que este proceso ni es nuevo ni está aislado de todos los reclamos, reivindicaciones y avances que se han llevado a cabo desde que la traducción editorial cobró conciencia de ser en nuestro país, y que se nutre también de las luchas y logros de los traductores del mundo entero. No es un hecho aparte. La profesión y su estar-ahí están cambiando para mejor y este proyecto es parte necesaria de ese todo. Prueba de ello es la resonancia que cobró, en sus escasos dos años de vida, en un medio como el de los centros de estudiantes de traducción, que con su interés y compromiso contribuyeron a dinamizar la relación entre profesión y universidad, a menudo divorciadas la una de la otra.

El proyecto anterior recogió casi 1.500 adhesiones, algunas, muchas, de personalidades de todos los ámbitos de la cultura. Entendemos que esas adhesiones tenían, tienen que ver con el concepto que subyace a ambos proyectos, pues, de hecho, como decíamos, son en esencia el mismo. Por eso animamos a quienes aún no hayan adherido a que lean, piensen y luego actúen en consecuencia; y si la reflexión los lleva a no acordar, a que no callen y a que expresen sus discrepancias, porque precisamente de ellas y de las polémicas suscitadas es de donde hemos recogido más material y argumentos para pulir y formular el proyecto nuevo. Por eso también pedimos que, si acuerdan con sus fundamentos, nos ayuden a difundirlo y a exponerlo en todos los espacios en los que la traducción editorial está presente. Es hora de ponernos alegremente serios, de apoyar los reclamos con la acción efectiva, de arrimar las preocupaciones a las esperanzas reales. Y, como decíamos en 2013, de dejar de llorar.

En nombre del grupo de LDTA, ánimo, gracias y a seguir sumando.


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