miércoles, 12 de marzo de 2014

El traductor como adicto

Lydia Davis y gato
Ricardo Blanco’s blog (http://richardgwyn.wordpress.com/) es el nombre que el escritor y traductor galés Richard Gwyn le puso al muy recomendable espacio en que reflexiona sobre las más diversas cuestiones que uno pueda imaginar. Uno de sus últimos posteos es un breve texto publicado por la narradora y traductora estadounidense Lydia Davis –a  quien, entre otros títulos, se deben versiones en inglés de En busca del tiempo perdido y Madame Bovary– en el Times Literary Supplement, que traducimos y reproducimos a continuación.

Una adicción inexplicable

A pesar de haber traducido a lo largo de la mayor parte de mi vida, todavía no entiendo realmente la urgencia. ¿Por qué no puedo simplemente disfrutar la lectura del cuento en su propia lengua? O, por otro lado, ¿por qué no contentarme con escribir mi propia obra en inglés? La urgencia es una especie de hambre; tal vez la palabra correcta sería “apetito”: quiero consumir el texto y reproducirlo en inglés… ¿O acaso la traducción sea menos solamente un modo de escritura menos exigente y angustiante? El texto ya existe en la otra lengua, hermosamente concebido y conformado; entonces voy a tener el gusto de componerlo en inglés, sin la incertidumbre que implica inventarlo. ¿O se trata de codicia? Quiero apoderarme de algo que no me pertenece, y al escribirlo en inglés, lo reclamo como propio. No tengo una respuesta que sea completamente satisfactoria. El deseo de traducir tal vez sea algo así como una adicción inexplicable.

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