lunes, 8 de agosto de 2011

Una buena cuota de incertidumbre



Con firma de Tom Brady, el New York Times publicó el siguiente artículo, incluido sin mención de traductor en la edición argentina de The New York Times / Clarín, correspondiente al sábado 6 de agosto pasado.






El Waterloo de Gutenberg

El auge de los libros electrónicos ha cambiado más que los hábitos de lectura. Kindles y Nooks han modificado la industria editorial, y también la forma en que se enseña a la gente a ingresar en la actividad editorial se está adaptando.

Un curso de seis semanas de la Universidad de Columbia en Nueva York que prepara a entusiastas egresados universitarios para una carrera editorial y comprende edición de libros, ventas, diseño de portadas y publicidad, se mantuvo sin cambios durante décadas.

Este verano (boreal) es diferente.

El Curso Editorial de Columbia ofreció charlas de ejecutivos del sector que explicaron cómo dominar el e-marketing, mientras que especialistas del ámbito digital hablaron sobre la edición electrónica en formatos reducidos –algo a medio camino entre un artículo de revista y un libro–, un campo tan nuevo que ni siquiera tiene nombre aún, informó el New York Times.

Todo eso redunda en una buena cuota de incertidumbre.

"Es un momento aterrador para ingresar al sector", declaró al New York Times Douglas Stewart, un agente literario. "Es algo que todos pensamos al ver el mar de rostros ansiosos. Me pregunto si deberían dedicarse a eso en este momento".

Pero no todos se sentirán decepcionados si se publican menos libros.

Bill Keller, el director ejecutivo del New York Times, se pregunta por qué su personal escribe libros si en Estados Unidos la venta de libros impresos viene en declinación desde 2005, según un grupo del sector.

Cuando un joven periodista brillante anunció que iba a sumarse a las filas de los escritores, la reacción de Keller fue de pesar. "Sí, puede escribir un libro. Pero, ¿por qué querría hacerlo? ¿Por qué a alguien se le puede ocurrir hacerlo?".

Sus pronósticos sobre la desaparición de los libros tienen una motivación egoísta. Si los libros cayeran en el olvido, escribe: "Claro que extrañaría los libros, y también lo harían mis hijos, pero por lo menos la muerte de los libros pondría fin a la molestia de que todos los que trabajan para mí escriban o quieran hacerlo. ¡Podría recuperar mi personal!".

Si los libros desaparecen, habrá mucho "contenido" para reemplazarlos, como escribió James Gleic en el New York Times. La Biblioteca Británica anunció en junio que trabaja con Google en la digitalización de cuarenta millones de páginas de libros, panfletos y periódicos que se remontan hasta la Revolución francesa. La Biblioteca Digital Europea, Europeana.eu, puso el año pasado más de diez millones de "objetos" on line, entre ellos un manuscrito de pergamino búlgaron de 1221 y la piedra rúnica de Rok sueca, de alrededor del año 800.

A algunos les preocupa que la facilidad del acceso on line de alguna manera redunde en una depreciación del trabajo académico. Tristram Hunt, un historiador y legislador inglés, se quejó en un reciente artículo del "tecnoentusiasmo". "Cuando todo se puede bajar, puede perderse el misterio de la historia", escribió. "Sólo al tener los manuscritos en la mano se hace evidente el sentido real del texto: sus ritmos y cadencias, la relación de la imagen con la palabra, la pasión de la argumetnación o la fría lógica del caso".

Gleick, que recuerda la admiración que sintió al ver el primer cuaderno de Isaac Newton de 1659, no coincide: "Pienso que hay mucho de sentimentalismo, y hasta de fetichización", escribió en el New York Times. "Se relaciona con la fantasía de que aquello que uno ama de los libros es la textura del papel y el aroma del pegamento".

Pero si Keller consigue lo que quiere, muchos de nosotros evitaremos el destino de Bryan Burrough, que reseña libros para el New York Times. "Muchos buenos autores se esfuerzan por contar excelentes historias", escribió. "Pero de la gran masa de libros que cubre mi escritorio, hay muchos que no son ni siquiera buenos".

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